Está claro que
las piñatas son el espacio para que la madre caraqueña demuestre en público su
competencia. Si bien otras tareas pueden ser más importantes para la crianza, es
más difícil que puedan ser evaluadas por parte de amigos y familiares.
Dejemos a un
lado aquellos cumpleaños infantiles que son solo la excusa para una fiesta de
adultos bebiendo y bailando que se extiende hasta la madrugada mientras el
cumpleañero y demás niños presentes duermen tan plácidamente como lo permiten
las sillas de fiesta. Más interesante es
un tipo de piñata que está creciendo en popularidad; consiste en una
celebración exclusivamente infantil con estricta hora de inicio y fin. Como
veremos, la ausencia de alcohol y música bailable no facilita sino que
complejiza la organización.
Todo comienza
con la elección del lugar. Si no se dispone de salón de fiestas, comienza la
peregrinación por parques públicos, clubes y, a veces, sitios menos
convencionales como cines y peluquerías. No es tarea sencilla, como si todos
los niños que cumplen años ese día quisieran hacer la fiesta en el mismo lugar. Una vez salvado este primer escollo, ha llegado el momento
de elegir el motivo de la fiesta y preparar la decoración.
Es aquí cuando
comienza la preocupación económica. Mientras de menos ingenio o tiempo se
disponga, más dinero habrá que invertir en un sinfín de detalles: la torta y la
gelatina, la decoración de la mesa principal, chupeteros, centros de mesas,
arreglos con globos, además de la confección de los cotillones.
Llegado este
momento, en el caso de una madre trabajadora de clase media, debe encontrar el
equilibrio perfecto entre comprar lo indispensable y hacer solo lo mínimo
necesario. Esto significa rallys por piñaterías y agencias de festejo buscando
precios, viajes hasta el centro, Boleíta o Petare para comprar las chucherías
al mayor, cursos de madera balsa para hacer los centros de mesa y otros
malabarismos para que la fiesta quede como de primera pero a precio de ocasión.
Una vez listos los
detalles, es el turno del entretenimiento. Atrás han quedado los días en que
los niños eran felices con una piñata y los amigos. El estándar mínimo ahora
incluye un colchón inflable, además de algún animador. Este es el espacio en el
que la madre puede permitirse una expresión de su personalidad: clásica
–globomagia, pinta caritas, payasos-; hippie / alternativa –performance teatral,
cuenta cuentos, pintura o escultura-; fashionista –manicure, pedicure y spa
para las niñas-; creativa –ideando juegos especiales como búsqueda del tesoro-;
extravagante –spiderman bajando en rappel por la fachada del edificio, por
ejemplo-.
Cuando comienzan
a llegar los invitados, la madre lleva semanas o meses trabajando. Esa tarde transcurre vertiginosa entre
saludar a las otras mamás, cuidar al cumpleañero, supervisar comidas y bebidas,
guardar los regalos. Nunca faltan detalles como niños llorando porque no
ganaron premio o porque le tienen miedo a la piñata, a los animadores, o a ambos.
La comida rebosa los mesones hasta más allá del fin de la fiesta o desaparece
vertiginosamente por insuficiente, es imposible calcular el punto justo. Los
animadores escogidos por la mamá corren el riesgo de ser olímpicamente
ignorados por los niños. La cámara es su mejor amiga durante la fiesta, no
suelen las mamás preguntarse si lo más importante es disfrutar la fiesta o
registrarla para la posteridad. La lluvia es la amenaza silenciosa que puede
echar por tierra todos los preparativos, así que abundan los cuchillos
enterrados y otros ritos propiciatorios del buen tiempo. El otro gran temor es
que la piñata se quede fría, vacía. Este riesgo es especialmente intenso para
los niños que, para su infortunio,
nacieron en la época de vacaciones escolares.
Si pensamos todo
lo que tienen las mamás a sus espaldas, no es de extrañar que rara vez se
sienten a conversar con los demás adultos, que jueguen poco con el cumpleañero,
que coman pocos pasapalos o que no salgan en ninguna foto de la fiesta. Cumplir
la tarea a la perfección es más importante que cualquiera de estas menudencias.
Antes de que
pueda darse cuenta ya llegó el momento de tumbar la piñata, picar la torta y
repartir los cotillones. Mientras más tiempo ha pasado después de la puesta de
sol, más frenético es el ritmo de entrega y mayor el riesgo de que algún niño
se vaya sin su recuerdo. Cuando ya se ha ido el último invitado, la mamá se da
cuenta que en menos de tres horas no queda rastro alguno del trabajo realizado;
de recuerdo solo quedan fotos en las que no aparece la verdadera protagonista,
los regalos que en buena parte no serán usados… y el cansancio. Sin embargo, el
rito central de la maternidad caraqueña ha sido celebrado. Eso es lo que
realmente cuenta.
jajajajajaja...que bueno Lissette, yo ando ahora mismo en esos menesteres. En España las mamás no se dan mala vida pa los cumpleaños,invitan a tres o cuatro amiguitos, nos dan un par de sanduches, patatas fritas, frutos secos, olivas, coca cola, fanta naranja, la torta y perro a cagar... Lo curioso es que he motivado a las mamás de los amiguitos de mi hijo y ahora ellas repiten las fiestas como las acabas de describir, piñatas, centros de mesa, cotillones, castillo hinchable. Con una diferencia. En el ritual de la merienda, aqui se sientan todos juntos y al mismo tiempo a merendar, los niños en la mesa de Los niños y los adultos en las mesas de los adultos.
ResponderEliminarBuenisimo el post...hay que hacer uno dedicado a lo terrorifico de las piñatas, No es surrealista preguntarle a tu hijx ¿Cual es tú personaje favorito? y que luego todo dios le caiga a palos?
Un Saludo
Siempre pensé que era una alternativa de negocio muy rentable exportar el concepto de nuestras piñatas a España... como que no estaba equivocada, jajaja!
EliminarEl tema de la comida como centro de la reunión es muy importante para los españoles, el código de cualquier celebración en eso es distinto al nuestro, que lo central es la bebida, la música, otras cosas.
Eso de los personajes representados en la piñata es también para mi una preocupación. Así que en general procuro que le den palo a los villanos. Pero claro, esto complica y encarece porque más nadie quiere hacer la piñata de Vilgax o de Zurg... Si hay tiempo para el encargo, a mi me parece una buena solución. Muchos saludos!