Uno de los logros de Chávez desde la campaña presidencial de
1998 ha sido colocar en el centro del debate público la desigualdad, la pobreza
y las difíciles condiciones en las que vive una buena parte de nuestros conciudadanos.
Pero, al igual que con muchos otros temas centrales, la polarización también aquí ha hecho
de las suyas.
Así, las noticias se centran en discutir las cifras: ¿La incidencia
de pobreza realmente está bajando? ¿Esos indicadores basados en el ingreso
dicen algo sobre las condiciones de vida? ¿Los datos oficiales son objetivos? Los
titulares muestran anuncios del INE sobre la disminución de la pobreza, opinadores
de diversa índole discuten el método de cálculo, explican que esto obedece “solo”
a los altos precios del petróleo. Diversas organizaciones calculan sus propias
canastas básicas que llegan a costar hasta cuatro salarios mínimos.
En nuestro contexto polarizado se ha vuelto un punto de
honor defender y cuestionar (según el polo al que se pertenezca) los logros
sociales de la revolución bolivariana. Así nos encontramos frente a una gran
paradoja: la pobreza tiene ahora mucho más centimetraje en la prensa, más horas
en la radio y la TV; pero no por eso la comprendemos más.
Seguimos sin entender demasiado cuáles son los elementos que
permitirían modificaciones significativas en las condiciones de vida de la
mayoría. Por supuesto, la inversión pública en servicios sociales y programas
de protección es vital, pero su efecto está limitado por las posibilidades que
ofrece el mercado de trabajo o los procesos que impiden el acceso de ciertos
grupos a los empleos mejor remunerados.
Los avances en los indicadores de pobreza en los últimos
años están asociados a un crecimiento del empleo público, de la población que
recibe transferencias (no sólo las misiones, también pensiones de vejez e
incapacidad). Pero al mismo tiempo, los servicios públicos de salud y educación
pierden terreno en términos relativos frente a los privados. De allí que ya es
un reto establecer cuál es el efecto neto del sector público en la reproducción
de las desigualdades.
Lo mismo ocurre con el mercado de trabajo: disminuye la
desigualdad en las remuneraciones, pero se mantiene relativamente alta la
informalidad. ¿Qué tan sostenible son nuestros avances, con un mercado de
trabajo que no genera empleos decentes para la mayoría?
A pesar de la gran masificación del acceso a los servicios de
educación pública, persisten grandes inequidades en el logro educativo:
mientras más bajo el nivel educativo de los padres, menor es la probabilidad de
alcanzar educación media completa y educación universitaria. Esto refleja los problemas
de calidad en nuestro sistema de enseñanza, que no anula sino refuerza las
desigualdades preexistentes.
Las desigualdades son también grandes en nuestro territorio:
no sólo la pobreza es mayor en las áreas rurales; también vemos grandes
diferencias en los demás indicadores como la población universitaria, que en el
área rural es la mitad que en la Gran Caracas o la informalidad, 20 puntos más
alta en las áreas rurales.
Solemos afirmar que la pobreza es un fenómeno multicausal,
pero no hemos llevado esta noción a su prueba empírica. Nos hemos conformado
con describir a los pobres, pero no hemos hecho lo suficiente por explicar los
cambios en la pobreza. Solo quien comprende puede tomar las mejores decisiones,
por eso una agenda de investigación de esta naturaleza resulta imprescindible.
Estaremos discutiendo sobre estos temas el 22 y 23 de noviembre en Santiago de
Chile con un grupo de expertos convocados por CLACSO. Ya les contaré los
resultados.
En la Venezuela de hot existe tres tipos de "pre-juicios" insertados en la psique venezolana que nos han impedido una verdadera política social tanto del Estado como de la Sociedad Civil para reducir la pobreza:
ResponderEliminarPrejuicio N°1 de corte izquierdista-colectivista: Los pobres son pobres porque la burguesía se apropia de su plusvalía. Sólo como un modelo igualitario propio resolveremos esto. Esperemos la Revolución proletaria.
Prejuicio N°2 de corte derechista-neoliberal: Los pobres son pobres porque la economía venezolana está estatizada y el tejido empresarial venezolano es una ruina. Sólo con apertura comercial, desregularización empresarial y flexibización laboral se puede acabar con la pobreza. Esperemos un Pinochet.
Prejuicio N°3 de corte tradicional-folklórico: Los pobres son pobres porque el venezolano es flojo (muy repetido incluso en los sectores populares). Aquí los portugueses, los italianos, los españoles se hacen ricos mientras que el venezolano es pobre porque trabajan. No esperamos nada, esto está jodido desde Colón.
Tienes toda la razón! Son muchos los prejuicios alrededor de las causas de la pobreza, siendo el peor el último porque nos condena. Lamentablemente, es el más generalizado y además suele asociarse a nuestra condición rentista: somos flojos y no trabajamos porque estamos acostumbrados a recibir, no a producir. Y esto se mezcla, además, con los dos prejuicios anteriores.
EliminarHay que fajarse para proponer y probar explicaciones alternativas. Saludos!
Cuando un gobierno logra sacar de la miseria a muchos de sus conciudadanos, primero es lógico que crezca la pobreza, pues ascienden sujetos de situación paupérrima a la pobreza.
ResponderEliminarEn segundo lugar, el pobre adquiere necesidades como educación y salud, que a diferencia de la clase media o la clase media alta (acomodada) pueden atender por sus propios medios.
Esto le agrega al estado la pesada responsabilidad de asistir a esas necesidades (ver pirámide de maslow ).
Responsabilidad exclusiva del estado, solo por falta de visión del resto de la sociedad, del concepto de co-responsabilidad.
todo se perdio desde que lei pauperrima! en que libro lo leiste?
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