Como era de esperarse, hemos pasado esta semana leyendo múltiples
textos que tratan de explicar el resultado electoral del pasado domingo. Que si
el fraude, que si el ventajismo, que si la operación remate. Textos que
agradecen a Capriles Radonski el esfuerzo de la campaña, que llaman a la
abstención o a votar aún con más ganas. Otra vez aparece la conexión emocional
de Chávez con sus electores o la tesis contraria resumida en “billete mata
galán”. Posiblemente porque lo mío no es el análisis político, yo no me voy a
dedicar hoy a esos temas. Según creo, hay temas sociales más profundos detrás
de ese resultado e intentaré resumirlos en las próximas líneas.
Empecemos por la frase de una tía mía que, a mi juicio,
describe de forma clara el cambio
ocurrido en los últimos catorce años: “es que ahora la gente ya no sabe estar
en su puesto”. Mi tía veía desde hace ya años que el problema radicaba en que
había ciertos grupos que estaban “alzados” y no estaban dispuestos a mantenerse
en las posiciones que tradicionalmente les asignaba nuestro orden social pre-Chávez;
posiciones subalternas, dominadas, o como queramos llamarlas. Pero un grupo de
venezolanos (mayoritario, por demás) ya no está dispuesto a ser el último de la
lista. Cree que es importante, que otro futuro donde es protagonista es posible
para él. En eso consiste la esperanza que Chávez ha sembrado a lo largo de
estos largos años de gobierno.
Mis lectores argumentarán, y con razón, que esta esperanza
carece de asidero, que los servicios públicos están peor que nunca, que la
inseguridad es un problema agobiante, que el déficit de viviendas ha crecido,
así como el embarazo adolescente y la mortalidad materna. Pero la mala noticia
que vengo a darles es que probablemente para los más pobres, la vida no debe
haber cambiado demasiado en los últimos treinta años (ya vivían en barrios sin
servicios desde entonces, por ejemplo), ahora al menos tienen ahora una esperanza que
antes no tenían y para algunos esta incluso de ha materializado en misiones, cooperativas,
electrodomésticos, viviendas y empleo. Aunque este último sea público y
tutelado, es un ingreso mejor y más estable que el de la informalidad.
Pero el asunto no se reduce a estos grupos sociales, ahora
movilizados por la esperanza. También se trata del resto de nosotros; los que
cantan fraude, por ejemplo, simplemente niegan la existencia de ese pueblo que
mayoritariamente cree que esta es su vía para salir adelante. Para los demás,
aunque tengamos certeza que esa gente y esos votos existen, no los conocemos.
Son el “otro” al que tememos: los cerros que bajaron el 27 de febrero, los que
nos asaltarán si cruzamos esa frontera imaginaria de nuestra zona de confort.
Ese video, “Caracas, ciudad de despedidas” que fue tan duramente criticado, lo
que muestra es un grupo de jóvenes profundamente desarraigados, a quienes se
les ha quitado la posibilidad de vivir una ciudad. Que sólo conocen sus
pequeñas burbujas: su casa, su club, su universidad. ¿Cómo pueden querer luchar
por un país que les es completamente ajeno? Y si deciden hacerlo, ¿cómo pueden
tener un proyecto, un mensaje, para ese país mayoritario que no sea sólo
altruismo benevolente o caridad?
Quizás hay un poco de eso en la campaña de Capriles. En
estos días mucho se ha dicho sobre que le “faltó pueblo”, aún a pesar de la
importancia que se le dio al contenido social de su plan de gobierno. El tema
es quizás no que debemos trabajar “para ellos”, sino “con ellos”. El gran éxito
comunicacional de Chávez ha sido precisamente identificarse con esos grupos
excluidos, ser su voz. Mientras tanto, la campaña opositora no logró romper la
barrera de ser distintos a ese pueblo que se pretende representar. Y se
concluye: hay que hacer más trabajo en los barrios, potenciar sus propios
dirigentes. Lo cual, sin duda, da resultados como lo muestra la victoria de
Capriles en Petare. Pero eso no será suficiente para la inclusión, porque la
barrera no es sólo, ni principalmente, política.
La clase media se encierra en sus feudos y, aunque es
producto de un acelerado proceso de movilidad social, se empeña en olvidar que
el abuelo vino del campo o de Catia o del Prado de María. Nos sentimos
importantes por nuestros estudios, nuestros
trabajos, lo que hemos logrado, y no queremos recordar que la abuela o el
bisabuelo eran pobres y que los hijos salieron adelante porque había una
excelente educación pública en nuestras ciudades, porque había buenos
hospitales donde nacimos nosotros o nuestros padres. En resumen, porque había
oportunidades. Hoy nos preocupamos por pagar un buen HCM y el colegio privado
de los niños, y no nos importan demasiado esos liceos sin profesor de
matemática o física gracias a los cuales quienes están hoy como nuestros padres
o abuelos hace cincuenta años, no podrán preparar a sus hijos para tener una
ocupación que les permita salir adelante por sí mismos. Pensamos que son
pobres porque quieren, que son flojos, que prefieren la dádiva. No queremos ver
que este país dejó de ofrecer hace mucho tiempo oportunidades para ellos.
Nuestras interacciones son exclusivamente con nuestros
iguales. Despreciamos o tememos a cualquiera que venga de esa otra Venezuela.
Somos profesores, periodistas, ingenieros, médicos, escritores que no nos
cuestionamos por estar viendo solo una parte de la película. Y minoritaria,
además. Cada programa de TV, cada artículo en prensa, cada libro que no se
proponga romper las barreras que separan a los venezolanos mirando desde esa
otra perspectiva, lo que logra es reforzar la barrera. Cada vez que educamos a
nuestros hijos en el miedo y sin conocer esa otra mitad de su ciudad, de su
país, estamos haciendo más grande la distancia. Qué les puedo decir, no podemos
pedir a los políticos integrar al país cuando lo que nos gusta es que en
nuestro restaurante favorito, cine, colegio o plan vacacional haya puro VIP como
nosotros. Por mucho que se fajen, los políticos no pueden hacer magia. Y tú, ¿estás haciendo algo?
Los chavistas no son ignorantes, no son conformistas, no son flojos... son nuestros abuelos extranjeros aprovechando las oportunidades de una situación especial en un país una o dos generaciones tarde... Y nosotros en nuestra clase media acomodada, con dos generaciones de distancia no los entendemos...
ResponderEliminarNo has podido resumir mejor! Muchas gracias por leer y comentar
EliminarCada vez que veo un carro destartalado, que puede ser una amenaza para el resto, miro sus ocupantes, y siento una extraña alegria, andan en su propio carrito!. Bajando a la playa el viernes entrecruce miradas con un ocupante de esos carros, y me saludo, la carcochita,estaba forrada de propaganda de Chavez, le devolví el saludo y pensé, buena iniciativa y no fue nuestra!
ResponderEliminarEso si no me gusta cenar en restaurantes con gente escandalosa de malos modales tomando whisky de 12 y 18 años,coruptos quizas, prefiero compartir con VIP, hace falta EDUCACUóN,y su producto, esa maravillosa clase media en extinción, cuyos abuelos quizas fueron campesinos... y sus nietos profesionales de verdad!
Maravilloso tu análisis!!!
Elsa
Gracias, Elsa por ser una lectora tan fiel. Cariños!
EliminarInteresante el análisis de Lissette, el comentario de Rodrigo y su felicitación por parte de ella, es justamente lo que quiere nuestro Presidente IGUALDAD... y mientras más nos desprecien más eficientes seremos y apoyaremos el socialismo que no es otra cosa la equidad... Adelaida
ResponderEliminarHola Adelaida! Me alegra que hayas encontrado interesante mi trabajo, a pesar de que es obvio que nuestras preferencias políticas son distintas. La igualdad es un tema en el que estamos de acuerdo, aunque no en nuestras formas de entender cómo podría alcanzarse. Invitada desde ya a leer y comentar todos mis posts sobre desigualdad, pobreza y política social. Si algo necesitamos es, justamente, debate sobre estos temas entre los que piensan distinto. Un saludo!
EliminarHola, totalmente de acuerdo: la palabra clave es inclusión. Otra palabra clave es activismo...un abrazo desde la Barcelona española.
ResponderEliminarJB
Al fin una visión sensata del problema! Y cuando hablo de problema no me refiero a los resultados sino a esa "barrera" que impide el diálogo entre estratos y el trabajo en conjunto; barrera que no es nueva sino prácticamente de toda la historia republicana de Venezuela.
ResponderEliminarPor un lado están los políticos, quienes han tendido a escuchar sólo a una parte de la sociedad y a trabajar "para ellos"; por otro lado están las personas mismas quienes no reconocen a su distinto, al otro económicamente diferente, socialmente diferenciado, y políticamente contrapuesto.
La gran pregunta es sobre el cómo: 1. ¿Cómo dialogar con el otro? ¿Cómo trabajar en conjunto? ¿Cómo reconocernos como habitantes de un mismo país que hay que sacar adelante, a pesar de nuestras diferencias? 2. En un contexto en el que la dirigencia política descalifica a quienes no lo apoyan, y los considera como enemigos.
Gracias, Jesús, por comentar desde Barcelona. La inclusión es también un tema por allá!
ResponderEliminarCharles, das en el clavo: las barreras que hemos construido son grandes, pero al mismo tiempo las hemos naturalizado y por ello nos resulta difícil verlas. Además, la diferencia no es sólo económica, en buena medida es simbólica y por ello es difícil de identificar o medir desde una perspectiva de investigación "clásica" que sólo admite como válidos los datos duros, objetivos. Menudo trabajo tenemos los sociólogos! Un saludo!
La felicito por exponer en forma sencilla una realidad tan complicada. Soy socióloga de profesión, y lo que he valorado en estos años de aprendizaje es el contacto con ese "otro" que finalmente pude conocer, trabajar en conjunto y construir un mejor país. Tuve la oportunidad de estudiar por esos abuelos que no estudiaron y trabajaron hasta el cansancio. Por diferentes circunstancias ahora mi trabajo no es directamente con las comunidades, o los consejos comunales, y le confieso que a veces escucho personas hablar de "los barrios" "la inseguridad" con gran resentimiento, y es allí donde me he dado cuenta que somos dos Venezuelas en una misma. Soy optimista y siento que se puede trabajar, que se tiene que hacer y derrumbar esas barreras y vencer ese temor del cual habla.
ResponderEliminarGracias Rossie por dejar tu comentario. Es bueno saber que los colegas encuentran que este texto refleja una realidad palpable en nuestro trabajo. Saludos!
EliminarHola Lissette, supe de su artículo, “Responsables somos todos”, por un familiar que me lo envío por Facebook después de que Yo colocara en mi muro lo siguiente: “Al Venezolano le pasó lo mismo del cochino salvaje, el 7 de octubre le terminaron de poner la parte de la cerca que le faltaba para encerrarlo. Después del 7 de octubre el venezolano sigue diciendo, ahora vamos por las elecciones del 16 de diciembre y pasaran los años y seguirá de elección en elección con un CNE rendido a los pies del tirano/autoritario. Yo digo que la trampa está blindada y no como dice el CNE, las elecciones están blindada. Veo tres caminos, rendirte a los pies del tirano/autoritario, alzarse al régimen autoritario como lo hace la oposición Siria o irse del país. Un régimen tirano/autoritario no sale con votos. Saludos!”. Quiero decirle que responsable no somos todos. Tratare de explicarle en pocas palabras porque no somos responsables todos. Hace 11 años, en el registro de sucre en la parroquia petare cuando firmábamos la compra de nuestro departamento en Caracas me conseguí a un hombre, cómo de unos 28 a 30 años. Esta persona estaba dando una especie de mitin político como a unas 30 a 40 personas, donde les decía que los oligarcas en Venezuela no lo habían dejado superarse. Yo le pregunte que me explicara un poco más sobre eso y me dice que él junto a su esposa y sus cinco hijos no han podido salir del barrio en donde viven por que los oligarcas no lo han dejado. Mi respuesta fue que él era un irresponsable, al tener cinco hijos y pretender que la sociedad venezolana lo saque adelante con sus cinco hijos. Hoy en día vivo junto a mi familia fuera de mi querida VENEZUELA, en un país latinoamericano. Una señora que nos ayuda con el aseo de la casa, que es de clase baja, me dijo que su hija había terminado el bachillerato con buenas notas pero que no iría a la universidad porque eso no era para la gente de su clase. Si analizas esta situación, son las personas las que se ponen límites. Y analizando las dos situaciones en dos países diferentes te das cuentas que las personas por más que tú las ayude a cambiar ellas no quieren cambiar. Volviendo hablar de mi querida VENEZUELA, hace 14 años no había división entre los venezolanos. Esta división la creo el tirano para su beneficio propio, como dice un dicho: divides y vencerás. Mi esposa y Yo creemos firmemente en que cada persona hace de su vida un saco y se mete dentro del saco. En cualquier sociedad demócrata del mundo existen los tres tipos de clase social así como también oportunidades de salir adelante. Que a unos el camino se les hace más cuesta arriba que a otros, es verdad. Pero sigue habiendo oportunidades de salir adelante. En que si puedo estar de acuerdo con tigo, en que el problema es de todos, es que ciertamente el venezolano quiere salir de este gobierno pero seguir en el mismo relajo, el venezolano no quiere cambiar. Ahora bien, después de 14 años el problema no es social, es mantenerse a como dé lugar. Por esto digo, el fraude está blindado y no como dice el CNE, las elecciones están blindadas.
ResponderEliminarUn venezolano en el extranjero.
Rubén Camacho.
Saludos!
Hola Rubén! Como sabes, no comparto la tesis del fraude. Con respecto a la desigualdad de oportunidades, hay carencias que de existir generan efectos irreversibles. No en todos los casos es posible superarse sólo a punta de voluntad, unos mínimos son necesarios. Y, por supuesto, con unas mismas condiciones de inicio dependerá de las decisiones de cada quien hasta dónde esforzarse, hasta dónde quiere llegar. Pero sin los mínimos, el esfuerzo solo puede concentrarse en la sobrevivencia. Sé que esas situaciones límite son difíciles de imaginar cuando una ha tenido una infancia donde no faltó casa, comida o estudios. Por eso mismo escribo estas cosas en mi blog. Para que el lector pueda ponerse en la situación de ese wue es distinto. Saludos y gracias y comentar!
ResponderEliminarHola Lissete, estoy de acuerdo con Ruben y en mi caso no me es dificil imaginar el no tener comida, ni dinero para ir a la escuela, yo viví en Ciudad Tablita en Cochecito y siempre estudié en Colegios públicos, cuando estuve en bachillerato, salía de mi casa sin desayuno, tenía que salir a las 6 am para llegar a El Valle al liceo a las 7 am, pasaba todo el día en el colegio sin comer y de igual manera me regresaba caminando a mi casa, y a veces llegaba e igual no había para comer, claro eran otros tiempos, donde había seguridad para hacer eso, lo cierto es que siempre me gustó estudiar y como tuve buen promedio, salí en la UCV y allí hice mi carrera y allí hasta disfruté de una beca, con la que pagaba mis estudios. Mucha de las personas que me rodeaban, tenían las mismas oportunidades y lo que hicieron fue echarle la culpa a los oligarcas, que si en la UCV no entrabas si no con palanca y cuando le preguntaba si habían intentado entrar, me decían que no, que era una perdida de tiempo... en fin en esos tiempos, como ahora, muchos de los venezolanos no salimos adelante, por que es mas cómodo hacernos la victima y culpar a los demás de sus desgracias.. ciertamente con este regimen, al contrario de lo que suele decir, hay menos oportunidades para el pobre y lo que el gobierno le interesa es que no estudien y que vivan de lo poco que les da, para que se hagan dependientes y así mantenerse de por vida allí. ¿Que hago yo?, les digo a la gente que si yo pude, por que no pueden salir adelante, es mas duro que cuando lo tienes todo, pero el que quiere, puede... y gracias a dios, hoy puedo decir que varios me escucharon y decidieron quitarse los limites de la cabeza y estudiar y salir adelante..
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