Durante el 22 y 23 de noviembre tuve la
oportunidad de estar en Santiago de Chile para participar en un intenso debate
interdisciplinario sobre la multidimensionalidad de la pobreza en América
Latina organizado por CLACSO. Obviamente, iba con grandes expectativas sobre la
discusión de la ponencia que presentaba y me encontré con una fuerte agenda de
trabajo que dejaba poco espacio para el debate detallado de cada una de las
propuestas. Sin embargo, mi balance personal del evento es altamente positivo
porque a propósito de las distintas exposiciones se abrió una intensa y
formativa discusión sobre las implicaciones éticas, políticas, teóricas y
metodológicas que surgen a partir de cómo definimos este fenómeno.
Las sorpresas comenzaron desde el acto de
inauguración. Hans Offerdal (coordinador para América Latina del programa de
investigación comparativa de la pobreza, CROP) comienza puntualizando que la
pobreza no es un accidente, ni un fenómeno natural: es producto de la acción
humana, de una cierta forma de organización social. El concepto de pobreza, por
tanto, tiene un objetivo ético: es una situación que afecta la dignidad y
derechos de las personas y, en consecuencia, no debería ser tolerada. La
pregunta, provocadora, para ilustrar su punto fue la siguiente: ¿qué nos
parecería si, interpelado por la comunidad internacional, el gobierno alemán en
1940 se hubiera comprometido a disminuir 50% la población en sus campos de
concentración para, digamos, 1945? ¿Eso habría sido suficiente, desde el punto
de vista ético? Añado yo: ¿por qué la comunidad internacional, los científicos
sociales, los gobiernos no vemos de la misma forma un fenómeno como la pobreza?
Sobre esto volveré más adelante.
Hubo durante el seminario airadas discusiones
sobre aspectos teóricos y metodológicos: ¿la pobreza es un fenómeno complejo o
sólo su medición? Cuando discutimos sobre indicadores o umbrales que
identifican a la población pobre, ¿la decisión es teórica o sólo metodológica?
Frente al notable impacto en la comunidad científica internacional de la
metodología propuesta por OPHI (Oxford Poverty and Human Development
Initiative) para crear indicadores multidimensionales que permitan conocer las
condiciones de vida y el impacto de las políticas públicas más allá del ingreso
de los hogares, hubo grandes críticas puesto que asumir pasivamente estos
aportes podría significar desconocer la amplia tradición de investigación
existente en América Latina, donde se han propuesto diversas alternativas de
medición que han sido ensayadas por décadas en los países de la región. Este aspecto
de la discusión me tomó por sorpresa. Pablo Villatoro de CEPAL sugirió que acaso
estamos frente a un cambio de paradigma sobre la medición de la pobreza. En
todo caso, me pareció evidente la tensión dentro de nuestro campo de
investigación: ¿quién produce las teorías y métodos que consideramos válidos? Y
así como en muchos otros campos del saber en la actualidad, podría parecer más
relevante aquello que está escrito en inglés, que aparece en el Scientific Citation Index y se expresa
con fórmulas matemáticas.
Por supuesto, no desdeño para nada los aportes
metodológicos de OPHI (además, un buen amigo está allí y respeto muchísimo su trabajo).
Entiendo la orientación de su discusión, al proponer innovaciones frente a las medidas
restrictivas de pobreza que utilizan los multilaterales y las agencias de
cooperación internacional (población con ingresos menores a 1,25$ diarios). Sin
embargo, ¿cómo puede la experiencia latinoamericana de medición entrar en este importante
debate internacional? ¿Cómo integrar estos aportes sin perder contacto con
nuestra tradición y aprendizajes? Desde este punto de vista me parece que los
espacios para la necesaria discusión regional son insuficientes, han perdido la
fuerza que tenían décadas atrás cuando se propuso el método de Necesidades
Básicas Insatisfechas, aplicado en todos los países a partir de los años
setenta. ¿Deberíamos acordar un nuevo método multidimensional para la América
Latina? ¿Es la comparabilidad internacional el objetivo a alcanzar?
Buena parte de la discusión relativa a la
medición de la pobreza tiene que ver con la elección de los umbrales para
distinguir las personas u hogares pobres de quienes no lo son. Cualquier punto
de corte sobre el ingreso o el acceso a ciertos servicios termina siendo
arbitrario, simplemente una convención. Después de diversas ponencias durante
el seminario parece claro que la definición de pobreza y los criterios para
medirla deben estar íntimamente ligados con la orientación de las políticas
públicas. Existe una tensión entre el concepto de pobreza, como privación, y
ciudadanía, como garantía de derechos universales. Por ello, buena parte de los
casos nacionales de mediciones multidimensionales que se presentaron partían
del enfoque de derechos: ¿cuánta educación debe tener una persona para ser
considerada no pobre? Pues la que se establece en la legislación nacional como
derecho para todos los ciudadanos. De esta forma, la definición de las
privaciones ya no sería arbitraria, estaría basada en lo que cada sociedad
considera los derechos ciudadanos. Esta es la orientación de las mediciones oficiales
de pobreza en México y Uruguay, al menos. Queda pendiente, sin embargo, un tema
adicional: ¿el disfrute de los derechos debe integrarse con el ingreso en la
medición? ¿Basta con el incumplimiento de un derecho para identificar a una
persona como pobre?
Si todas estas controversias surgen intentando
definir indicadores objetivos de pobreza, imaginen lo que ocurre cuando se
asume el desafío de incluir elementos subjetivos en la medición. ¿Qué tan
pobres (o no pobres) se sienten nuestros ciudadanos? Cuestión altamente
compleja, puesto que los diversos estudios empíricos presentados en el
seminario muestran que aún en situación de carencia, las personas no se
identifican como pobres. El pobre es “otro”, la pobreza se define siempre por
oposición. Por tanto, el juicio de identificación del pobre no es independiente
del actor y su posición social o política. En los estudios cualitativos se
evidenciaron ideas que ya he presentado en otros artículos: la pobreza en el
imaginario tiene una connotación negativa.
Y aquí volvemos al inicio: ¿por qué nuestras
sociedades no asumen la pobreza como una situación inaceptable que debe ser
erradicada? Porque asumimos que la condición socioeconómica es resultado de una
elección individual. En un mercado libre que premia el esfuerzo y el mérito, la
situación de carencia sólo puede ser resultado de la irresponsabilidad
individual. La situación de los pobres es, en definitiva, su culpa. El asunto
es que el mercado perfecto no existe, que no somos iguales al inicio de la carrera,
que los distintos grupos tienen estrategias para mantener y defender sus
posiciones. Por ello mis lectores saben que no me gusta centrar la discusión en
la pobreza, sino en la desigualdad. La pelea en nuestros países
latinoamericanos tiene que orientarse por la igualdad: todos los derechos para
todas las personas. Y esa es la mirada que debe estar presente en nuestras
mediciones.
(*) El gráfico del inicio está tomado de CEPAL: Panorama social de América Latina 2012
Para el debate entre como se mide y como se siente la pobreza:
ResponderEliminarhttp://www.dw.de/alemania-informe-sobre-la-pobreza/a-16326817
Muchas gracias por el enlace y por comentar. Saludos!
Eliminar¿Que paisess en el mundo se pueden clasificar , con ausencia de pobreza?
ResponderEliminarTodos los derechos para todas las personas, nos diferencia del primer mundo, presentes es sus costumbres, tradiciones y legislaciones.... Hay indicadores de pobreza que no tienen que ver con el ingreso personal...! Desde la pobreza de valores y moral,hasta la pobreza academica y cientifica ...! Que tema tan dificil de medir, ¿coincidiran los resultados de los diferentes aproach? ufff que temita tan dificil,que no sea solo util para politiquear, debería unir los cualitativo y lo cuantitativo, en una unidad conceptual. No entendí bien el cuadro de CEPAL. Tampoco entiendo que significa cada uno de los perfiles a seleccionar, sólo el anonimo! Elsa
estamos muy graves con este tema, y nadie lo aborda de manera inmediata
ResponderEliminarHay muchos académicos, investigadores y organizaciones que sí se ocupan del tema. Lo que se podría discutir es la efectividad de estas iniciativas, así como la ausencia de discusión seria y fundamentada por parte de nuestras actuales autoridades políticas. Saludos y gracias por leer!
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