jueves, 12 de marzo de 2020

La vida, 5 años después


Hoy se cumplen 5 años de este suceso, durísimo, que nos cambió la vida. Después de todo este tiempo, ¿cómo evaluar ese largo 2014 y lo que ha pasado después?

Cuando allanaron el apartamento de mis padres y los detuvieron fue como entrar en la dimensión desconocida. Era estar en tu ciudad,en tu país pero, aunque todo estaba ocurriendo en tu idioma materno, de pronto ya no podías entender nada. De pronto,estás una noche con un pequeño grupo de mujeres sentadas solas en las escaleras del Palacio de Justicia esperando el resultado de una audiencia. En frente, la calle bulliciosa de pocas horas antes se convirtió en desierto y,solo falta que pasen rodando las barrillas con música incidental.

La decisión de la jueza es medida privativa de libertad y es entonces cuando comienza la verdadera odisea. Cambian los días que vas al trabajo para poder ir al Helicoide de visita; hay que organizarse y que el fin de semana alcance para hacer mercado, pasar el domingo en el Sebin y que aun los niños puedan ir de vez en cuando a una piñata, a pesar de la escasez y las primeras colas, asegurar que no falten medicinas, productos de aseo y alimentos básicos para llevar 2 veces a la semana. 

Todo termina bruscamente con la noticia de una muerte. En realidad, eso creíste, luego descubriste que te faltaba aun mucho dolor, multitudes y diligencias que no te dejan pensar o sentir, varias visitas a la fiscalía y, por último, recoger en el Helicoide todas esas cosas que no sabes dónde vas a guardar. 

Cuando finalmente llega el silencio, no sabes qué hacer con el. Es como si acabaras de bajar aturdido de una montaña rusa. Miras a tu alrededor, revisas tu cartera y por primera vez entiendes la magnitud del desastre económico del país. Te invaden las preguntas sobre cómo vas a echar pa'lante.

Sientes que hay tanta gente alrededor esperando cosas de ti: que escribas, que organices, que protestes, que dialogues, que denuncies, que propongas, que te calles, que votes, que te abstengas. Pasas las semanas y los meses intentando descifrar cuál debería ser tu rol ahora. Otras veces piensas que suponer que hay un llamado o una vocación qué asumir es un arranque de vanidad, A la vez, es mucho el tiempo que pasas sintiendo culpa por lo poco que has hecho por el y por las demás víctimas de la injusticia.   

Finalmente la opción es ocuparte de los vivos. Vivir. Porque solo si resistes, si sobrevives, puedes recordar a tu papá y a todos los otros presos, a todos los muertos. Sólo así vendrá un día en que puedas buscar justicia. 

Han pasado 5 años. Estamos vivos  y seguimos recordando. 

(Si no conoces el caso de Rodolfo González lo puedes leer aquí)

11 comentarios:

  1. Excelente Lissette, muy bien redactado para entender la parte que es oculta al ciudadano común.

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  2. Hola Lissette no sabía que habías pasado por ese gran dolor.te acompaño y felicito tu entereza
    Adelante,la lucha sigue.un fuerte abrazo

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  3. Te extrañamos mucho mi Rodo gran Amigo compañero de Lucha de calle

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Hay tanto dolor, tanto daño y tantas lágrimas en estos años, que es imposible pensar que aún estamos dentro de esta tragedia, justamente porque hemos olvidado el dolor y el sufrimiento ajeno. Recibe un abrazo.

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  6. Ya van como tres veces que escribo un comentario y cometo el error de hacer algo que borra todo.
    Bueno, Lissette, que dolor lo que te ha tocado. Fuerza que haremos justicia.

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    1. Mi querida lissette, seguiremos recordando al chamin, suslabor fue admirablea nunca tuvo miedo, nosotros los exiliados pronto podremos llegar a nuestra patria a reclamar justicia por nuestro Rodolfo.
      Han pasado los años pero, no ha pasado la lucha y seguiremos hasta salir de estos satrapas, se que ya sólo nos queda recordarlo como el luchador y protector de sus estudiantes, el abuelo como le decían los chamos.
      Pero su lucha,no fué en vano, el nunca se arredillo y eso a él lo enaltece mucho, en el cielo debe de sentir mucho orgullo por su lucha.
      cariños...N G.

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