jueves, 30 de enero de 2014

¿Por qué leer a los clásicos?


Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir
Italo Calvino
Este fue el primer libro que me regaló Antonio Cova, probablemente hace unos 19 o 20 años. Había dictado unas clases a sus estudiantes de tercer año de sociología (el relato está aquí) y este fue su gesto de agradecimiento. Alguno se preguntará, ¿por qué Calvino? Pero la joven Lissette no solo era pichona de socióloga, iniciando su aventura dedicada a la investigación social, también era ávida lectora, en aquellos tiempos enfiebrada con relatos mitológicos de diversas culturas (afición que suelo retomar de vez en cuando). Y entonces me entrega este libro, que todavía anda por allí dando vueltas en la curiosa y ecléctica biblioteca que ha logrado sobrevivir a mis gustos cambiantes y a los mil lugares en los que me ha tocado vivir desde que salí de la casa de mis padres.
Años más tarde estoy aquí, ya ninguna muchachita, con estudiantes del siglo XXI para quienes incluso la Guerra Fría es historia antigua; con estos jóvenes curiosos y tecnológicos de hoy, estoy releyendo a los clásicos de la teoría sociológica. Y es ineludible preguntarse para qué estos muchachos necesitan leer unos señores que escribieron hace tanto tiempo, sobre un mundo que no existe ya.
El asunto no es tan sencillo como “Sepa usted que había una vez un señor llamado Marx que escribió un libro llamado El Manifiesto del Partido Comunista”. Resulta que cada uno de los autores que se han ganado su lugar entre los clásicos de la sociología se plantea preguntas que siguen siendo pertinentes: el orden y el cambio social, el papel de la economía y la política, las formas de integración social… Años más tarde la sociología sigue haciéndose las mismas preguntas, y en esos primeros pensadores de nuestra disciplina encontramos además diversos modelos de elaboración del razonamiento, de los argumentos. De construcción de nuestro objeto, como diría Bourdieu.
Así que me toca volver a leer mis libros viejos y manoseados, junto con mis jóvenes estudiantes de segundo año. Y cada relectura es, como diría Calvino, un descubrimiento. Porque La Democracia en América, La Ideología Alemana, Las Formas Elementales de la Vida Religiosa o La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo me siguen hablando más allá de mis conclusiones y notas de nuestros encuentros en el pasado. Son textos vivos, frente a los que aparecen nuevas preguntas o relaciones, que me siguen desafiando. Solo me queda esperar que para los muchachos, más allá del examen que hay que aprobar, estas lecturas  sean también una puerta que se abre, un desafío, una invitación. Humilde meta de una profesora universitaria.

6 comentarios:

  1. ¡Qué bonito! Claro que sí!!! Alguna de esas semillitas germinará

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eso espero, porque si no este trabajo que pide tanto y paga tan poco sería bastante irracional, jajaja!

      Eliminar
  2. Excelente. Por algo son clásicos y nada mejor que volver a ellos con el tiempo. La mirada y las enseñanzas que guardan en sus páginas nunca se agota.

    ResponderEliminar
  3. Hola.

    Buena reflexión. Me recuerdas a un texto de Jeffrey Alexander titulado "La centralidad de los clásicos".

    Los clásicos nos hablan porque en su riqueza teórica y en la conjunción de esa riqueza con nuestros problemas contemporaneos hay mucha materia que cortar. Nos hablan, además, porque en el decir de Ágnes Heller las ciencias sociales más que resolver problemas (como hace la física) están concernidas con el problema del sentido. La teoría social es dadora de sentidos, como el psicoanálisis lo es a su modo, o la literatura, y por ello todas estas esferas tienen clásicos.

    Mas, menester resulta no olvidar que los clásicos constituyen un canon, y todo canon excluye. El canon de la teoría social hoy vigente se constituye definitivamente a comienzos de los setenta con el célebre "El capitalismo y la moderna teoría social". La agenda de problemas de ese canon está marcada por la emergencia de la sociedad moderna hegemónica en Europa occidental en plena revolución industrial. Alienación, anomia, burocratización y racionalización son parte de los ejes conceptuales para pensar el nuevo mundo social. Ahora, a partir de un texto que trajo el buen y común amigo Hugo Pérez Hernáiz, y que fue objeto de discusión en la UCV, surge la pregunta sobre si esos nudos problemáticos son los de otros hemisferios, o de si no hay una exclusión de otras visiones como, por ejemplo, las del género femenino, o...

    Es una interesantísima discusión. De Connell es el texto que trajo Hugo. Wallerstein ha escrito mucho sobre el canon clásico en tiempos recientes. Igual Habermas un poco antes y tantos otros. Parte de la crítica a Parsons pasa por sus intentos iniciales de constituir el canon clásico, lo que ayuda a comprender el surgimiento de las sociologías del conflicto. En todo caso, el canon marca la institucionalidad de nuestra disciplina, de sus problemas, métodos, alcances y límites. De ellos surgen las tres tradiciones hegemónicas en sociología.

    Volver a los clásicos, con la prudencia del caso, es muy rico e intelectualmente nutritivo en un mundo marcado por una empobrecida "dialéctica de la actualización". Eso quizás es algo que Merton no vislumbró en su archiconocido libro.

    Gracias querida amiga por animar la discusión.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias por ese comentario tan trabajado... Te fajaste más que yo en el post, jajaja!
      Ciertamente, puede decirse que a partir de la constitución del canon clásico se han constituido límites teóricos y metodológicos de lo que es sociología y lo que no. Pero la relectura de estos autores y otros de la época nos muestra la habilidad de proponer preguntas y las herramientas para responderlas, a partir de lo que inquietaba a esos autores en su época. Era una apuesta valiente, la de estos señores, en medio del siglo XIX, plantear que existían factores sociales (no quiero etiquetarlos con ninguno de nuestros conceptos al uso) dignos de ser estudiados, comprendidos. Esa misma audacia es necesaria hoy, para tratar de entender los problemas del presente, más cuando las explicaciones hegemónicas sobre el desarrollo, la política, o la vida social en general han dejado de lado la perspectiva sociológica. Somos una disciplina plural, y esa es precisamente la fortaleza en un mundo que privilegia la simplificación de las teorías y prácticas políticas. Como si solo hubiera "mercados", como si no hubiera lucha, poder... En fin, como si los hombres no han construido este orden social, así como otros que hubo en el pasado. Ahora es que hay trabajo, colega. Y, por cierto, ¡Feliz día del sociólogo!

      Eliminar