Intentar un balance de los efectos sobre la
equidad social de las políticas y programas que ha implantado el gobierno desde
el inicio del gobierno del Presidente Chávez puede ser complicado, tal como
discutí en un post
anterior. Mientras ha sido clara la orientación a generar nuevas redes de
servicios públicos orientados a la inclusión de los grupos de población que
habían estado tradicionalmente excluidos, hay ausencia de datos fiables para
evaluar el impacto de estas iniciativas sobre las condiciones de vida de la
población. Pero, al mismo tiempo, no se han efectuado cambios radicales en las
redes tradicionales de atención en salud y educación, que no habían alcanzado
sus objetivos de universalización. Una primera mirada sobre los cambios educativos
en la primera década del proceso revolucionario, parecerían mostrar un panorama
alentador, tal como se muestra en el gráfico inicial. Utilizando las bases de
datos de las dos rondas de encuesta del Proyecto Pobreza de la UCAB podemos
verificar que el nivel educativo de la población mayor de 18 años ha aumentado
durante el período considerado. ¿Pero es ello suficiente para asegurar que el
acceso a la educación es ahora más equitativo?
Una mirada optimista sobre el tema nos diría
que el sistema educativo premia las capacidades individuales innatas o el
esfuerzo y dedicación que invierte cada estudiante. Desde ese punto de vista,
lo que cada quien logra (o no) en la escuela es resultado de su mérito. Pero
esta postura comienza a ser problemática desde el inicio: ¿es acaso la
inteligencia una característica innata, independiente del contexto social y
cultural? Adicionalmente, desde la teoría sociológica la vinculación entre
condiciones socio-económicas y éxito educativo han sido ampliamente trabajadas.
Tanto los enfoques basados en el individualismo metodológico que proponen la
existencia de costos diferenciales de permanecer en la escuela según el estrato
socio-económico de origen, lo cual explicaría las distintos niveles de logro
educativo, hasta las más elaboradas propuestas teóricas de Bourdieu, quien
explicita que la cultura que se enseña en el sistema escolar no es neutra, es la
cultura de una clase que resulta ajena a los niños y jóvenes en cuyos hogares
no existe ese capital cultural. Simplificando y resumiendo mucho, el capital
económico y educativo de las familias influye de forma determinante sobre los
logros de los niños en la escuela y, finalmente, sobre su potencial de inserción
laboral e ingreso.
En el caso de los países latinoamericanos, los
estudios comparativos internacionales recientes han enfatizado el estudio de
los condicionantes familiares del logro educativo como una medida de los
progresos de la región en materia de igualdad de oportunidades. El reciente informe
del Banco Mundial sobre la clase media en América Latina muestra que si
bien en el último decenio ha disminuido la influencia de las características de
los padres sobre el logro educativo, esta asociación sigue siendo la más alta
al considerar las otras regiones del mundo. En buena medida, las altas
desigualdades que persisten en nuestros países se explican por las inequidades
en el nivel educativo alcanzado por los distintos grupos de la población.
Al intentar evaluar cuál es la situación en el
caso de Venezuela la evidencia es contradictoria. Por una parte, las políticas
públicas han estado orientadas a expandir la oferta educativa tanto a través de
las misiones, como por medio de la expansión de la educación superior. En el
trabajo de Cruces,
García y Gasparini (2012) se calcula el índice de gini para los años de
escolaridad de la población en edad activa y la brecha en años de educación entre
los grupos de mayor ingreso para 25 países latinoamericanos. Se encontró que
Venezuela es uno de los países en los que la diferencia de años de escolaridad
es menor. Al mismo tiempo, el ya citado informe del Banco Mundial refleja que
Venezuela es uno de los pocos países de la región en los que aumentó la
influencia de las características de las familias sobre el logro educativo de
los jóvenes.
La ausencia de fuentes estadísticas
alternativas, como pruebas de rendimiento escolar o encuestas de juventud,
dificulta la tarea de aclarar cuál ha sido el rol de la educación en la
sociedad venezolana en los últimos años. Por ello, en un proyecto de
investigación que está en pleno desarrollo he recurrido a las bases de datos
del Proyecto Pobreza del Instituto
de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB, que recoge información
educativa de los padres de los entrevistados, independientemente de su edad y
de residen en la misma vivienda al momento de la entrevista. A partir de esta
fuente podemos calcular tasas de movilidad intergeneracional en educación para
1997 y 2007 y verificar así con nuevos indicadores si las características del
hogar de origen se han vuelto más importantes para predecir el resultado
educativo de los entrevistados.
Una primera mirada a las tasas de movilidad nos
evidencia que ha habido un ligero incremento en los flujos de personas hacia un
nivel educativo mayor al de sus padres. Resalta especialmente el cambio
observado en el indicador por sexo, que refleja a nivel agregado el efecto de
las mayores
tasas de asistencia escolar de las niñas en los años recientes. Tenemos
frente a nosotros un nuevo dato esperanzador, pero hace falta hurgar un poco
más antes de adelantar conclusiones.
Los estudios sobre desigualdad educativa en
América Latina han encontrado que en buena medida las diferencias en el logro
educativo se explican por la alta segregación escolar existente: los
estudiantes de distinto origen socio-económico asisten a distintos tipos de
escuela, siendo más probable la asistencia a planteles privados en niños y
jóvenes de mayor estrato socio-económico (ver Daude,
2012 y Ferreira
et al., 2013). Por tanto, es imprescindible explorar si hay relación entre
el tipo de plantel donde se cursó estudios primarios y las experiencias de
movilidad.
Los datos muestran que en el decenio 1997-2007
aumentó sustantivamente la movilidad educativa asociada a la educación primaria
en planteles privados y disminuyó levemente la movilidad ascendente para
quienes estudiaron en el sector público. Aún cuando es necesario seguir
explorando para probar estadísticamente estas asociaciones, parece que la
elección de un plantel privado para los hijos ha sido una de las estrategias
centrales de las familias para garantizarles mayores oportunidades. ¿Es ahora
más equitativo nuestro sistema educativo que en la década de los noventa? Yo
tendería a pensar que no.
Otra conección importante es con la inversión en movilidad educativa, ¿se corresponde con los resultados? ¿proporcional en ambas decadas? Tanto publica como privada. Son tres aspectos para la movilidad educativa, la educación publica y privada, la famillia, la inversion , independiente del tipo de familia que importante son los valores de las familias, en cuanto a que usus hijos estudien.... pero los logros minimos?...ufff vital tu linea, estoy convenciada que no somos un pueblo educado por que los poderes no lo han querido...¿en ninguna de las decadas?
ResponderEliminarEntre los 60 y 70 hubo muchos progresos en la cobertura del sistema escolar, pero el crecimiento se detuvo sin completar el objetivo del acceso universal. La desigualdad que vemos hoy es producto de ese estancamiento.
EliminarLisette: Está muy interesante. Sería útil relacionar, más adelante, los datos comparativos 1997-2007 para la población de 18 años y más (del proyecto Pobreza)y los relativos a esos mismos años sobre el promedio de años de estudio de la población (del INE)que exploras en otros trabajos.
ResponderEliminarAún no termino de explotar en profundidad estos datos, tengo que ver si estas asociaciones son significativas, más los cambios por edad y nivel de urbanización. Tengo pendiente el trabajo con las encuestas de hogares, eso me permitirá corroborar los hallazgos con esta encuesta. Si todo va bien, en diciembre en el Congreso de AVEPO estaré presentando resultados. Gracias, Carlos, por leer y comentar!
EliminarEntiendo que el tema planteado es la movilidad educativa ascendente de una generación con respecto a sus padres, la idea es caracterizarla por: sexo, tipo de adscripción plantel... y con esto ir configurando la idea de la equidad del sistema educativo.
ResponderEliminarSi hay el dato puede ser interesante ver la diferencia por centros poblados que sean representativos del desigual desarrollo urbano del país (rural y los diferentes tamaños de urbano que pueden distinguirse).
Otro asunto es que si esos centros poblados puedes ser caracterizados en su dotación de servicios educativos, por ejemplo, existencia de: bibliotecas, centros de formación para docentes, existencia de liceos, universidades, etc... (descripción que no debe ser tan facil componer)
Ciertamente, pienso describir los cambios en las tasas de movilidad según sexo, cohortes de edad, nivel de urbanización. Ya probar la significación de las diferencias mediante un modelo estadístico. Ya tengo las tasas por nivel de urbanización y el patrón resultante es sorprendente, a eso dedicaré mi próximo post.
EliminarPara caracterizar los recursos de las escuelas necesitaría otras fuentes de información de las que no se dispone en Venezuela. De hecho, muchos estudios a nivel internacional intentan verificar si las características de la familia de origen pesan más que las del plantel. En el caso de América Latina estas dos variables interactúan, porque los estudiantes de menor nivel socio-económico asisten también a las escuelas peor dotadas.
Muchas gracias por leer y comentar. Saludos!
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