lunes, 25 de mayo de 2015

Calle vs Voto

Hace unas semanas circulaba en Twitter la campaña  #SalvaTuVoto, precisando los detalles del ventajismo oficialista y, en consecuencia, las razones por las que nuestra actual crisis política no podría ser resuelta a través de la vía electoral.

Seamos francos: es verdad que el CNE no sanciona el uso de cadenas nacionales de radio y televisión para hacer proselitismo político. También es cierto que mientras los partidos opositores no tienen financiamiento público para sus campañas, los fondos del estado son utilizados groseramente para hacer campaña del PSUV. Hay sectores del país donde los electores son coaccionados y además temen que el voto no sea secreto; más aun, ha habido múltiples denuncias de presión directa con la figura del voto asistido.
Es correcto, la lucha electoral es asimétrica, la ciudadanía se enfrenta a un grupo que utiliza todo el aparato estatal con el propósito de mantenerse en el poder. Pero estas posturas abstencionistas idealizan “la calle”, como si el ventajismo del partido de gobierno solo se manifestara en el ámbito electoral. Sin embargo, en las protestas callejeras la lucha es aun más desigual.
Si algo nos demostró la experiencia de 2014 es que el gobierno del Presidente Maduro está dispuesto a usar cualquier recurso para evitar la protesta popular. Asesinatos de manifestantes a manos de los cuerpos  de seguridad del estado, como en el caso de Bassil Da Costa y Robert Redman y además el encarcelamiento de cualquier persona por el solo hecho de estar presente en una manifestación política opositora, como los casos de Marco Coello y Christian Holdack. Hubo muchas más víctimas durante el año 2014, acabo de reseñar solo los primeros, asesinados o detenidos el 12 de febrero.
Así que la batalla en la calle también es asimétrica, incluso más que en el plano electoral porque mientras en este último lo que se arriesga es que una victoria pueda ser desconocida, en la calle lo que se arriesga es la vida con el añadido de que solo con pancartas y consignas es improbable derrotar a quien está dispuesto a usar la fuerza bruta.
Para el ventajismo electoral nos podemos preparar: organizar voluntarios para auditorías y conteo de votos, promover la observación imparcial de terceros (ojalá observadores internacionales), formar testigos para los centros de votación, entre muchas otras tareas para las que se organizan los partidos, los vecinos, los estudiantes. ¿Pero cómo puede la ciudadanía prepararse y protegerse cuando los organismos del estado ni siquiera necesitan una provocación para usar la fuerza contra los manifestantes? Incluso si todos dispusiéramos de chalecos antibalas, ¿eso haría de una manifestación algo menos asimétrico que una elección?
En cualquier escenario, enfrentarse al gobierno es una lucha desigual. Cualquier movilización implica que el poder del estado intentará silenciar toda voz que exprese descontento. Por tanto, la dirigencia política tiene una responsabilidad de organización y conducción de ese pueblo al que convoca porque la respuesta que se puede esperar no es una incógnita: la represión es hoy, más que nunca, una certeza.

Yo no estoy segura de qué es lo que debería hacerse. Exigir una fecha concreta para las elecciones parlamentarias y la libertad de los presos políticos es una lucha válida y necesaria. Lo que debe evaluar nuestro liderazgo político es cuál es la vía más eficaz para lograr esas demandas y transmitir esa estrategia unitaria a la ciudadanía. Mucha planificación y organización, mantener la cabeza fría es imprescindible para salir airosos de estos tiempos oscuros.

1 comentario:

  1. yo por eso #VotoySumo, porque el quedarse en casa no nos va a sacar de esto, la violencia ya se enquistó, y el pensar que no te va a alcanzar, es como creer que porque no me enfermo, no me muero!

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