lunes, 2 de abril de 2012

Sociólogo de escritorio


Dícese de aquel  investigador o consultor que emite conclusiones basándose únicamente en sus análisis estadísticos o sus modelos teóricos, teniendo poco o ningún contacto con esa realidad que pretende conocer. (La caricatura es de El Roto, tomada de El País (http://elpais.com/elpais/2012/03/01/vinetas/1330627159_835395.html)
Cuando era joven y daba mis primeros pasos en esta carrera empecé a trabajar, como casi todo el mundo, de encuestadora. En el marco de proyectos diseñados por investigadores más experimentados, visité zonas populares urbanas y rurales recogiendo datos, observando, conversando con la gente y luego transmitía toda esa información a quienes  correspondía analizar y redactar el informe.
Al iniciarse el Proyecto Pobreza ya mi estatus había mejorado y entonces trabajé en el diseño del cuestionario, en el muestreo, en el entrenamiento de los encuestadores y una que otra visita de supervisión. Desde entonces, no he vuelto a trabajar en ningún proyecto que implique mi trabajo directo en campo, lo cual tiene que ver con mi creciente interés por el análisis estadístico y la construcción de modelos explicativos, que sólo requieren del acceso a una buena base de datos.
En los últimos años, sin embargo, me ha preocupado si toda esa sofisticación metodológica da cuenta de lo que ocurre en la realidad. Esta inquietud no es  en absoluto original, múltiples manuales de metodología abordan este problema: a medida que el proceso de investigación se estandariza, se objetiva, se formaliza con el propósito de asegurar la confiabilidad de la información recolectada, crece la distancia entre el investigador y las situaciones sobre las que intenta dar cuenta. Por ello, además de probar neuróticamente mis hallazgos usando distintas fuentes, distintos métodos estadísticos, como mi trabajo trata de explicar la pobreza y la desigualdad, no suelo perder oportunidad de visitar comunidades populares con cualquier excusa.
En diciembre de 2010 visité refugios de damnificados en Antímano y Carapita con los voluntarios de la UCAB, en marzo de 2011 visité comunidades rurales beneficiarias del Programa Hambre Cero de la Gobernación de Miranda, hace un par de semanas visité Catuche en Caracas donde se iniciará pronto un trabajo de nuestros estudiantes para cumplir su servicio comunitario y hace 5 días visité nuevamente comunidades rurales de Miranda donde un nutrido grupo de estudiantes realiza su trabajo de campo.
Salir de la cotidianidad, de la oficina implica la posibilidad de observar tantos detalles: como el incendio de los bucares en flor rodeando la vía, como el estado de las carreteras rurales que si llueve impide la salida de las cosechas, como la publicidad que adorna las múltiples obras inconclusas. Pero, por supuesto, lo más valioso es la gente que conoces en ese breve viaje. Como la señora Luisa que gentilmente nos ofreció café en Tapipa y al final nos dijo “Nosotros también tenemos nuestro Guarapiche”, mientras nos mostraba cómo salía agua lodosa de la tubería recientemente instalada por el gobierno nacional. O los señores de mantenimiento de la Gobernación de Miranda que encontramos en Salmerón con su uniforme, que nos cuentan los múltiples enfrentamientos con la Alcaldía (oficialista) para poder cumplir con su trabajo.  O Luis Carlos, el promotor de la Gobernación que me acompañó en el viaje, un muchacho de 25 años con tanto entusiasmo por su trabajo, que conoce el nombre y las necesidades de los promotores de cada parroquia, que  tiene una hija de 2 años a la que adora, que quiere seguir estudiando, que ahora que la niña está más grande también quiere que estudie y eche pa’lante su mujer, con tanta esperanza, tantos planes. Y en ese momento calladamente yo me pregunto cómo nos la hemos ingeniado para construir una institucionalidad capaz de frenar tanto empuje.
Como ven, en estas visitas no recojo sistemáticamente nada que pueda ser de utilidad directa para cuando esté en mi computadora escribiendo sobre movilidad social, sobre los factores que inciden en mayores o menores oportunidades para distintos grupos de población. Sin embargo, es importante no olvidar que la gente no se reduce a las variables de nuestros estudios, que cuando hablamos de la pobreza o de los pobres no nos estamos refiriendo a víctimas que están esperando nuestra gesta sociológica heroica. De hecho, ellos se las arreglan sin tener la menor conciencia de nuestro trabajo, sin esperarlo. Cada comunidad, por pobre que sea, cuenta con grupos de gente que se organiza, que trabaja todos los días para mejorar esas condiciones adversas de su entorno.
Volviendo al tema del oficio del investigador social, muchas veces creemos que nuestro trabajo es valioso porque usamos los métodos estadísticos que acaban de publicarse en el último journal, porque tenemos muchos lectores o porque nos invitan a programas de radio y televisión. Creo que nada de eso da cuenta de la validez de nuestras investigaciones, de su capacidad de acercarse a la realidad que queremos estudiar. Sin embargo, en el investigador este problema es relativamente inocuo: si su trabajo no representa fielmente el problema que está estudiando, futuros investigadores falsearán sus conclusiones y el conocimiento avanzará en el sentido correcto. Más complicado es el rol del sociólogo que asesora, el que toma decisiones de política. Ahí sí sus conclusiones, válidas o no, tienen efecto directo sobre la vida de cientos, miles, millones de personas. Son, en su mayoría, sociólogos de escritorio, como yo misma: tanto trabajo, tanta responsabilidad no deja tiempo para dedicar mucho espacio a conocer en directo esa realidad sobre la que decide. Ojalá a ellos también eso les preocupe, ojalá no hayan olvidado que como en cualquier otra ciencia lo que corresponde es la duda metódica, ojalá no vayan por ahí convencidos que son dueños de verdades incontrovertibles.

12 comentarios:

  1. Excelente post Lissette dónde uno descubre que el trabajo de campo mejora el marco teórico de las relaciones humanas. A mí, en la última etapa como sociólogo político me ha tocado asesorar...aunque antes tuve la ocasión de investigar.

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    1. Gracias! Por supuesto que la distinción entre sociólogo que investiga y sociólogo que interviene es también ficticia puesto que a casi todos nos ha tocado ejercer alguna vez un rol u otro. El tema no es que la experiencia en campo nutra el marco teórico; es tomar conciencia que nuestros conceptos no son la realidad, sino una forma de intentar acercarnos a ella, de ordenarla, de conocerla. Y que es importante tener conciencia de los límites de nuestro conocimiento, más aún si vamos a decidir sobre la vida de otros a partir de el. Saludos!

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    2. Me gustó! Vaya si he peleado, dentro y fuera de la Escuela, por esto! Saludos!

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  2. ¡Esto lo van a leer mis estudiantes de la ucv y de la ucab! Excelente.

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  3. Gracias a Hugo y Juan Manuel por sus elogiosos comentarios! Saludos a los dos!

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  4. Excelente!! Provoca enviarlo sutilmente a más de uno

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  5. Lissete, me encanta la forma relajada, ecuánime, sintética y perfectamente armónica como dices lo que pienso y escribo de manera totalmente visceral rayando a veces en lo grotesco. Desde el sexto semestre de sociología comenzó mi relación amor/odio con la carrera. Desde datanalisis haciendo encuestas en barrios D y E, pasando por ser la Lic. de la gobernación del Estado Bolívar. El choque entre el academicismo y la realidad es muy duro.
    Tengo profunda admiración por los investigadores sociales de escritorio, esos de los que hablas, que van a congresos, que escriben, que hablan de teorías, métodos, y se creen los más profundos conocedores de "la verdad". Dan la impresión de vivir en su propia burbuja al margen de esas maravillosas, duras, cotidianas y muchas veces inclasificables historias de vida.
    La sociología es maravillosa y muy intensa, cuando descubres cómo? por qué? para qué? y para quien? funciona el mundo es frustrante no poder tener suficiente racumin para hacer una cena multitudinaria y acabar con las ratas de este planeta.
    Un abrazo, sigue escribiendo

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  6. Jejeje, gracias por leer y comentar! Aunque eso del racumin me da casi tanto miedo como los sociólogos de escritorio que no cuestionan su trabajo. Saludos!

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  7. Esa sintesis (conocimiento) entre la realidad y la teoría (estadistica,metodos, modelos...que fastidio) es puro arte, cargado de la conciencia de nuestros limites!
    Me siento estudiando como una niña, que buena vibra tu escrito!Me encantó
    Ayer me fui a caminar naiguata! toda una indutria artesanal de trajes de baños y malos olores,ademas de un andar comunitario con algo de triunfal sobervia...!y mucho "dejo".
    Madame Matisse

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  8. Una reflexión completamente vigente hoy! sencillamente excelente

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  9. Muy bueno, acertado e importante. 

    Más que números, somos humanos nacidos para AMAR.
    Somos un cúmulo de sentimientos buenos fundamentales para el desarrollo armonioso de la sociedad. 

    Omitir dicha realidad, omitir nuestra capacidad de AMAR ilimitadamente (más allá de familiares y amigos), y enfocarnosos únicamente en lo superficial (números, entre otros) nos condena a los tantos males sociales.

    Un día vamos a morir, y si llega ese día, y no hemos luchado por expandir el AMOR en nosotros y la sociedad en general; habremos sidos unos peregrinos nulos en la histórica y continua sociedad. 

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