To be or not to be
Shakespeare
To be is to do
Sartre
Do be do be do
Sinatra
Este era el texto de mi grafiti favorito en Caracas, cuyo autor desconozco, y que seguramente pocos recordarán porque estaba hace unos 20 años en una casa de Altamira arriba acompañado, al igual que ahora, por una caricatura de la Pantera Rosa. Lo traigo a colación hoy porque creo que el momento es propicio para discurrir en torno al sentido de la vida, no sólo porque esta humilde servidora se opera dentro de tres días… adicionalmente, la coyuntura nacional signada por el muy reciente anuncio oficial de la enfermedad de nuestro presidente pone a seguidores y oponentes en contacto con la finitud y sus consecuencias, incluso de quien detenta una posición de poder y a través de ella ha intentado esquivar los límites de diversa índole que nuestra legislación impone a cualquier autoridad.
Frente a la pregunta “¿para qué estamos aquí?” puede haber y, de hecho, ha habido múltiples respuestas. Desde las satíricas e irónicas como en la película El sentido de la vida de Monty Python, hasta las muy serias y sesudas de la religión y la filosofía. No creo estar especialmente calificada para filosofar o evangelizar a nadie, por lo que sólo me ocuparé de exponer de forma breve algunas ideas que al menos a mí me sirven para dar sentido al día a día, a pesar de la incertidumbre, los altibajos, los problemas, las responsabilidades, los placeres, los éxitos, las promesas.
Una de las cosas curiosas es que no encontré ninguna cita notable que refiera “to be is to have” o su equivalente en cualquier otro idioma (y me fajé en google, lo aseguro). Tranquilos, no pienso hacer aquí un alegato contra el capitalismo o el consumismo, esas nunca han sido mis consignas. Sin embargo, lo material nunca estuvo en la base para tomar muchas decisiones personales; de haber sido el caso, muy probablemente habría elegido una carrera más lucrativa, que las hay. Encuentro problemático definirse por lo que se tiene: ¿qué carro debería tener para sentir que eso soy yo? Ciertamente, no mi Ford Ka, pero también un Mercedes o BMW me parecerían insuficientes. Sería una larguísima carrera, interminable, sin meta, porque ningún objeto podría ser capaz de llenar algo tan importante.
Tampoco me definen los cargos, los reconocimientos. Esas cosas las he asumido como responsabilidades que toca afrontar, como elementos transitorios en una vida que tiene otro propósito. He ahí la explicación de “por el momento” que aparece en mi presentación del blog: tampoco soy la autoridad que actualmente detento, ni me interesa especialmente competir por posiciones de más poder. Ahí tienen su explicación los que me han preguntado, extrañados, por el significado de esa descripción.
Y si bien he dedicado largos años de mi vida a estudiar mucho, tampoco me define lo que sé; especialmente porque no creo saber demasiado, porque mientras más estudio más me acuerdo de Sócrates, “Yo sólo sé que no sé nada”. Además, leí hace pocos meses un libro que describe esta relación con el conocimiento de forma magistral: “Y tengamos presente una cosa: no somos importantes. No somos nada. Algún día, la carga que llevamos con nosotros puede ayudar a alguien” (Ray Bradbury, Fahrenheit 451).
No me definía por la pareja que tuve (nunca usé apellido de casada, por ejemplo), ni creo que lo haga por la nueva pareja que eventualmente podría tener. Puede que sí me defina un poco la maternidad, que a diferencia de las mujeres del pasado no ocurrió como consecuencia ineludible del goce, sino que fue una elección consciente y, por tanto, llena la vida de una enorme responsabilidad hacia esos maravillosos seres que son los hijos. Aún en ese caso, los hijos crecerán y harán sus vidas, así que mamá también debería cultivar la suya.
Se preguntarán a estas alturas, qué es entonces lo que valoro. Y podría resumirlo diciendo: todo aquello que es estrictamente creación humana, lo que sociólogos y antropólogos llamamos cultura. Aquello que es capaz de trascender la finitud de nuestra existencia, lo que nos distingue. Me refiero al arte en todas sus formas; a la construcción de la vida pública, i.e., la política; para los creyentes, a la religión. Por eso tengo varios meses que no quiero perderme una buena obra de teatro, película o libro. Esa es la razón por la que he estado escribiendo en este blog.
¿No será en el fondo lo "humano" es lo que generalmente denominamos una "sensibilidad"?
ResponderEliminarO mejor dicho lo mas preciado del humano... porque mira que los humanos somos capaces de cada cosa
¡No podría ser más cierto! Así como los hombres han creado belleza, también pueden crear horror. Me quería referir a la creación de nuestro propio mundo, que incluye pero trasciende la subsistencia. Cariños, gracias por leer!
ResponderEliminarRealmente me he quedado pensando, tantas metas, expectativas, sueños, esfuerzo ¿para qué? Me alegra que tú hayas encontrado la respuesta en este largo camino. Esperemos que los demás (incluida yo) encuentren (si es que la están buscando) la suya.
ResponderEliminarPor otra parte me alegro que luego de todo lo recorrido (éxitos y no tanto), sigas conservando la humildad que te caracteriza, espero que esto de ser sociólogos no nos haga perder la "sensibilidad"
Jo... qué te respondo a eso???
ResponderEliminarLi, que bonito, a mi el arte me une a Dios! Él creador del hombre, eso lo creo por Fé, que feliz estoy cuando en el día a día, mi norte es servir, y no siempre lo hago. Mi vida es continuar nutriendo mi confianza el el "Amor",la entrega, el Bien...como el sentido que nos trasciende, más que la cultura, Han habido culturas de las que quedó poco... Personas como tu, dedicadas al ejercicio profesional, a servir y dar con tanta libertad y aceptación de los demás...waooo sólo escribir todo esto.....dan sentido a la existencia...! E
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