domingo, 9 de noviembre de 2014

Los costos sociales de la crisis

El debate de en los diversos medios y los pronósticos económicos nos muestran un panorama sombrío: la inflación alcanzará este año un valor cercano a 70% y muy probablemente llegará las 3 cifras durante el 2015. La difícil situación económica se hace patente día a día, no solo por los altos precios que afrontamos, también por la insistente escasez. Aun cuando no contamos con cifras oficiales desde hace ya varios meses, la ausencia de productos de primera necesidad se evidencia con las omnipresentes colas para adquirirlos.
El importante debate que se desarrolla en estos momentos difíciles se centra en los posibles escenarios frente a la crisis: ¿se unificará el tipo de cambio?, ¿aumentará la gasolina?, ¿cómo reaccionará el gobierno ante la caída del ingreso petrolero? Todas, interrogantes centrales para estimar cuál será la situación económica del país en el futuro próximo. Pero el foco en estas cifras deja fuera lo esencial: cómo son (y serán) las condiciones de vida de la gente. Porque la inflación o el producto interno bruto per cápita no son indicadores con un valor intrínseco, son importantes en la medida en la que nos dicen algo sobre el bienestar de las personas.
Y esta difícil situación económica no es solo un asunto de ahorrar más y gastar menos, o de priorizar para evitar gastos superfluos.  La crisis actual tiene consecuencias irreversibles, sobre todo para la población más pobre y los más vulnerables por su edad o su situación de salud. El caso más evidente y el que más reacciones públicas genera, es la dificultad de acceder a tratamiento médico para pacientes con enfermedades graves o crónicas: ¿sabremos cuántas personas han muerto, cuántos años potenciales de vida el país ha perdido por la escasez de medicamentos?
Millones de madres hacen cola a diario para comprar leche, harina de maíz o pollo. No sabemos cuántas de ellas logran adquirir lo suficiente para alimentar a su familia. Aunque esto sea menos discutido, la desnutrición, sobre todo en embarazadas y niños también tiene consecuencias irreversibles: niños peor nutridos aprenderán con más dificultad y eso afectará en el futuro sus posibilidades de empleo e ingresos. Aunque no  hay disponible información actualizada sobre nutrición, la encuesta de consumo de alimentos que publica el INE en su página web muestra una caída entre el 1° semestre de 2012 y el 2° semestre de 2013 del consumo aparente en varios rubros básicos de la dieta: harina de maíz pasó de 80 gr/persona/día a 59gr.; pollo de 84gr. a 74gr.; y leche en polvo de 17gr. a 11 gr. Las disminuciones son de 26,25%, 11,2% y 35,2%, respectivamente. Pero estos datos no reflejan el efecto de la inflación y escasez de 2014, la caída del consumo será este año aun mayor.

Si no hay acciones prontas y efectivas, esta crisis generará efectos sobre la sociedad venezolana que nos acompañarán los próximos 20 o 30 años. ¿Qué estamos esperando para hacer algo?
(*) Publicado hoy en la columna "Acuerdo Social" de Últimas Noticias.

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